Colaboración entre Panamá y EE.UU.

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La selva del Darién, de 575.000 hectáreas de superficie, un corredor para los migrantes que tratan de llegar a Estados Unidos

El presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, quien asume el poder la próxima semana, anunció este viernes que suscribirá un convenio con Estados Unidos para repatriar conjuntamente a los migrantes que crucen la inhóspita selva del Darién en la frontera con Colombia.

El documento, según Mulino, será firmado el lunes en un encuentro con el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, quien visitará ese día Panamá para la toma de posesión del nuevo mandatario.

«Ese día espero suscribir un convenio con Estados Unidos respetuoso y digno para que entre los dos países comencemos los procesos de repatriación de toda esta gente que esta aquí acumulada», señaló Mulino, al visitar el Centro de Recepción Temporal para Migrantes de Lajas Blancas, en la provincia de Darién, unos 250 km al este de Ciudad de Panamá.

Sin embargo, el mandatario electo, que recorrió el lugar acompañado de futuros ministros y habló con varios migrantes, no adelantó detalles sobre el acuerdo.

«Yo he visto crisis en Darién de otra dimensión, pero ésta se saltó la barda. Yo no puedo y me quebró el alma ver niños de la edad de mis nietos pidiéndome una botella de agua», añadió, al anunciar que denunciará internacionalmente la crisis migratoria que enfrenta su país.

La selva del Darién, de 575,000 hectáreas de superficie, en la frontera entre Panamá y Colombia, se ha convertido en un corredor para los migrantes que, desde Sudamérica, tratan de llegar a Estados Unidos en busca de oportunidades de trabajo.

En 2023, más de 520,000 personas cruzaron esta ruta, pese a enfrentar peligros como ríos caudalosos, animales salvajes y grupos criminales. Muchos mueren en el camino.

– «Sueño del infierno» –

«Si cierran un lado, se abre otro», aseveró horas antes de la visita de Mulino el migrante venezolano Jeison Chacín tras cruzar el Darién.

El hombre, de 26 años, relató, como otros migrantes, crudos episodios vividos en la inhóspita jungla: «Vimos un caso donde violaron a una niña de cuatro años y el papá quiso decir algo y le dieron un tiro. Allí pasa de todo».

En busca del «sueño americano», el Darién «es el sueño del infierno«, afirmó a la AFP en el albergue de Lajas Blancas.

En campaña electoral, Mulino, un abogado derechista de 65 años, prometió «cerrar» el Darién a la migración, aunque luego matizó diciendo que realizaría deportaciones masivas.

El pasado 11 de junio, Estados Unidos anunció que extenderá a esa vasta jungla una unidad especializada en el combate al tráfico de personas creada en 2021, y que ha operado en Honduras, Guatemala, El Salvador y México.

«No me gustaría que me deportaran para atrás porque yo pasé una travesía muy fuerte por ese Darién y eso no se lo recomiendo a nadie (…), que lo deporten a uno después que llegó aquí sería muy doloroso», declaró a la AFP Jerson Salcedo, un venezolano de 30 años que viaja con cuatro hijos, de entre 4 y 9 años.

– Colombia dice «no» al cierre –

En Lajas Blancas, los caminos son de tierra y los migrantes duermen en barracones de madera en colchones en el piso y entre ropa tendida. Afuera hay baños comunales junto a un pequeño lavadero y varias duchas improvisadas.

Allí, los migrantes reciben atención médica y servicios básicos por parte del gobierno y distintos organismos internacionales.

Al lugar llegan en viajes organizados en canoa, tras ser detectados por las autoridades panameñas apenas cruzan la selva del Darién, una travesía que les lleva de cuatro a seis días desde territorio colombiano.

«Colombia obviamente no estaría de acuerdo con cierre de fronteras y menos obviamente la frontera del Darién porque vemos que, al contrario, lo que tenemos que ofrecer es salidas más humanitarias para esta población que cruza por esa zona», aseguró hace un mes a la AFP el canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo.

– «Queremos salir adelante» –

Durante su odisea, Chacín dice haber visto a «muchas mujeres llorando con los pies rotos» de caminar. Salió hace siete días de Venezuela, donde se ganaba la vida vendiendo y comprando animales.

«Uno entiende que como presidente (Mulino) vele por su país, pero es complicado que cierre la frontera porque nosotros también queremos salir adelante», comentó también a la AFP la colombiana Angélica Páez.

En lo que va del año, 200,000 migrantes -dos terceras partes venezolanos, el resto ecuatorianos, colombianos, chinos y haitianos- han atravesado la selva, una cifra ligeramente superior al mismo período del año anterior.

 

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