En República Dominicana su nombre, Nandy Rivas, es una marca distintiva de éxito y prestigio en el mundo de la creatividad. Y es que dejó un legado publicitario que ningún creativo o agencia publicitaria ha podido superar en esta media isla: los famosos comerciales de la marca licorera de Barceló, “Mi pueblo natal” y “Somos un pueblo que canta”, difundidos al casi concluir la década de los 80, devolvieron al país el amor por su tierra, el orgullo por su gente y sus tradiciones.
También dieron a conocer su cultura, sus cantos y, sobre todo, el sentirse honrado y digno de su pueblo natal.
Cuando el perfil de los comerciales de las licoreras se caracterizaba por vender el erotismo, la sensualidad femenina y el doble sentido, Nandy ideó esa inolvidable campaña que revolucionó la publicidad en el país y que despertó un amor patrio, en especial por los pueblos, su gente y su cultura.
“Esa campaña es una de las mejores satisfacciones que yo he tenido como profesional, porque enseñé a que no hay que atropellar a la gente, presionando para el consumo, sino llevando el sentimiento al corazón. Fueron 32 comerciales y no aparece nadie bebiendo ron”, dice.
Durante dos años estuvo viajando por las provincias y pueblos del interior, grabando y entrevistando a sus líderes y gente característica del lugar.
El folklorista Dagoberto Tejada le orientó en lo que tenía que ver con el folklore, pero Nandy tenía archivado en su mente frases o situaciones que conoció gracias a muchos de sus amigos que eran de los pueblos y que sucedían de manera natural.
A medida que iba desarrollando la campaña las desempolvaba y las agregaba a su proyecto.
“Fue una campaña que fui desarrollando en absoluto secreto, en mi oficina no se lo comenté a nadie. A veces veía o recordaba cosas y las escribía en papelitos. Fue difícil no decirle a nadie, inclusive al cliente porque sabía lo que tenía en las manos y lo que podía significar”, recuerda.
LO HISTÓRICO
Cuando Nandy presentó la campaña a Miguel Barceló, presidente de Barceló y compañía, en primer momento no estuvo de acuerdo, pues entendía que el ron no se asociaba al concepto con el que Nandy pretendía vender el producto.
Sin embargo, Nandy estaba seguro que llevar el artículo a cada pueblo aderezado del sentimiento, que tocara las fibras del corazón iba a ser un detonante en venta, y así fue, de ser un ron que se encontraba en el sótano en cuanto a venta, se colocó rápidamente en el primer lugar.
“Sí, porque a la gente hay que entrarle por el corazón, vamos a despertar el amor por lo nuestro. Fueron 32 comerciales en muchos de los jingles interpretados por Víctor Víctor y Juan Luis Guerra”, explica.
Nandy no tiene claro cómo llegó a su cabeza la idea inicial de esta campaña, pero se lo adjudica a que trabajando en E. León Jimenes habían estrategias de mercadeo en cada pueblo, y los vendedores hacían relaciones con los almacenistas.
“Quizás eso me despertó la idea de hacer cosas para cada pueblo, además del discrimen que había en contra de los pueblos del interior, decir que una persona era mocana o de cualquier otra provincia era decirle que era campesina. Comenzamos a despertar ese amor por los tuyos, por sus orígenes y la gente comenzó a amar a sus pueblos gracias a esa campaña”.
EN LA PUBLICIDAD
Estudiando en Brasil a Nandy le aleteaban otras ideas en la cabeza que no tenían que ver con la producción de televisión. Freddy Beras Goico, quien era parte de los estudiantes, lo entusiasmaba para producir televisión en el país, pero ya al creativo le corrían por la venas los jingles, la creatividad y el “inventar cosas”.
Ya de regreso en el país, su amigo Tito (integrante de Los Solmeños) era ejecutivo de cuentas de la publicitaria Badillo & Bergés, sociedad formada por el dominicano Alfredo Bergés y el puertorriqueño Samuel Badillo.
Nandy visitaba la publicitaria y le entusiasmó la idea de incursionar en ese mundo.
Su primer empleo fue en la agencia de Damaris Defilló, a quien define como su gran amiga. “Antes Damaris me propuso que pusiéramos una agencia y no me atreví y después fui su empleado, por el 1965 hicimos varios trabajos en el área de la creatividad”, rememora.
Luego trabajó en una publicitaria extranjera, Sterling Products, como gerente, para pasar a dirigir la publicidad y las relaciones públicas de las empresas de E. León Jimenes, en donde permaneció diez años hasta que fundó su empresa Nandy Rivas Publicidad.
Durante sus estudios de arquitectura es cuando descubre el talento que tiene para la creatividad, don que según asegura no se estudia ni se adquiere.
“La creatividad viene con uno. Todos somos creativo, todos tenemos ideas, todos tenemos pensamientos originales y no imaginamos cosas, pero no todo el mundo es creativo, es como el que todo que sabe leer y escribir, no es poeta, ni escritor ni novelista”, lo expresa con esta similitud para explicarlo.
A seguidas agrega: “Con eso se nace, uno se da cuenta por instintos de ver cosas que otros no ven… la creatividad es muy difícil definirla como concepto. En la universidad es muy difícil impartir como materia, porque usted puede hacer una investigación de mercado, hacer estrategias o experto en venta, pero no creativo, sino tienes el don”.
SUS ORÍGENES
Cuando era niño Nandy Rivas decoraba el árbol de Navidad de su casa, que era un simple “charamico”, una rama seca, de una planta, pintada de blanco y a cada ramita introducía bolitas de collares, de diferentes colores y así obtener su obra de arte.
De eso se trata la creatividad, un don innato que regala Dios y que él supo aprovechar en la publicidad, el canto y el baile.
Fernando David Rivas, como fue declarado en la provincia de Dajabón, en donde nació (aunque abrió los ojos y dio sus primeros pasos en la Capital), supo sembrar el amor patrio y pueblerino en los dominicanos, además de tener la impronta de ser el creador de único cuarteto musical que ha tenido el país, conocido como “Los Solmeños”. Lo de bailarín es porque fue parte del Ballet Folclórico de Casandra Damirón.
HOMBRE AMIGABLE
Nandy se define como una persona muy amigable. Le gusta fomentar la amistad y siempre ha sido un ente de congregación, en estos tiempos “el tipo del coro”.
Desde hace 40 años lidera el club de “Los Tobys”, un grupo de amigos que se reúne a almorzar cada viernes, para charlar y ser felices. El nombre es en honor al personaje de las historietas de “La pequeña Lulú”, en la que cuenta como Toby, el mejor amigo de Lulú, hace un club solo para solo chicos e impide que las niñas entren a su misterioso club.
LOS SOLMEÑOS
El cuarteto Los Solmeños tienen dos improntas y son la de ser el primer y único cuarteto de música en el país y de ser los primeros artistas que grabaron un disco en vinilo.
Nandy Rivas fue su fundador, siendo un jovenzuelo y estudiante de arquitectura en la Universidad de Santo Domingo, hoy Universidad Autónoma de Santo Domingo (Uasd).
Nandy no estudió ni música ni canto, pero tiene una fina apreciación musical que lo hacen amante de todo tipo de música, desde la clásica hasta la popular.
Se define como un músico frustrado, siendo un coleccionista de todo tipo de música. “Para mí la música no es necesariamente un género en específico, es un estado de ánimo. Por ejemplo, si un día como hoy (lluvioso) me gustaría escuchar los clásicos de Mozart, pero si hay un sábado soleado en la tarde me cae mejor una salsa de Rubén Blades, todo dependerá del estado del ánimo”.
Por eso asegura no discriminar ningún género musical, es de los que creen que no hay géneros malos, si no malos músicos y cantantes en cada especie.
“Dicen que la música de antes era mejor, antes también había música mala pero no trascendía, lo que pasa que es que trascendió la buena y así va pasar ahora cuando pasen los años, ahora hay mucho disparate que no va a trascender, y así ha pasado siempre”, predica.
Del género urbano el veterano publicista confiesa que no se atreve a calificarlo como música, sino más bien como un movimiento social. “Musicalmente no le siento a la música, le siento el sentido, la intención de expresión popular, porque esos muchachos no estudian música, no vienen de academias… entonces no son cantantes son expresiones populares que muy bien se podría desarrollar como una propuesta interesante”.
El creativo recordó que todos los grandes músicos y desarrolladores de géneros musicales vienen de estratos sociales bajos, es por eso que tiene esperanza de que la música urbana pueda encaminarse por un camino con letras más decentes y llevarle al público más calidad, “por lo menos en las letras porque ahora hay mucha vulgaridad y eso no es un aporte, eso es una decadencia muy peligrosa”.
No obstante el creativo reconoce la pegada del movimiento y dijo haber utilizado el ritmo en algunas campañas publicitarias. e.
DE LA UASD A LA IGLESIA
Nandy llevaba casi el tercer año de arquitectura, en los últimos años de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, cuando en el centro estudiantil se desató una cacería de estudiantes.
“Calieses” infiltrados denunciaron ante las autoridades policiales a muchos de sus amigos, que fueron encarcelados, torturados y desaparecidos.
Ese hecho le provocó un malestar y dolor tan profundo que decidió no volver más a la universidad. Es entonces cuando encuentra en la música una especie de desahogo espiritual.
Se refugió en el coro del convento de Los Dominicos, ubicado frente al parque Billini, en la Zona Colonial, el cual era dirigido por Rafaelito Bello Peguero, en ese momento, y, luego, por Monseñor Bello Peguero.
“En ese coro participamos gente muy conocida como Niní Cáffaro, de ahí surgió el cantante Arístides Incháustegui y otros artistas de renombres y profesionales de todo tipo”.