Los alrededores de la dinámica estación de trenes de Jamaica, en Queens, uno de los ejes que comunica a la ciudad de Nueva York con los suburbios de Long Island y el Aeropuerto JFK, han recibido en los últimos años millones de dólares en inversiones.
Se levantaron nuevos hoteles. Se han instalado grandes tiendas. Se han mejorado los accesos peatonales y las vías. Pero de acuerdo a la opinión y las denuncias de muchos de sus residentes y comerciantes, toda esa ola de desarrollo planificado, no se ha convertido necesariamente en mayor calidad de vida.
Al ritmo de las inversiones urbanísticas, también han crecido las ventas ambulantes. Espacios diseñados para el esparcimiento y los peatones, de forma ascendente, están siendo ocupados por quienes se tienen que ganar la vida de cualquier forma. Además, los robos a las tiendas, es un tema que complica la actividad comercial.
A pocas cuadras del terminal de Long Island Terminal Train (LIRR), específicamente entre la gran arteria comercial de la Avenida Jamaica y las calles 147, 148 y 149 , un creciente caos está tomando el “control”.
En la Avenida Archer, una instalación de una cadena de hoteles fue convertida en un refugio temporal de migrantes. Desde que eso sucedió, los comerciantes aseguran que son testigos de situaciones inimaginadas: fogones encendidos para cocinar en plena vía pública, ventas callejeras, proliferación de motos, más robos y supuestamente venta de drogas.
“Teníamos la ilusión de que con los cambios que ha tenido el vecindario, iban a venir más clientes. Pero esta situación los aleja. Pensábamos que la revitalización de esta área de Jamaica sería para mejor. Todos aquí somos inmigrantes. Creo que la Ciudad que está ayudando a esta gente, está fallando en darle un código de comportamiento mínimo. Esto es horrible, de noche y de día”, contó una emprendedora gastronómica de El Salvador con décadas en ese vecindario, quien prefirió reservar su identidad.
“No es egoísmo”
En los hechos, decenas de hoteles de corte ejecutivo, que fueron construidos en las cercanías de los aeropuertos La Guardia y JFK, se transformaron desde 2022, en centros de emergencia para recibir a miles de migrantes, que siguen arribando desde la frontera sur con México.
En este sentido, la centroamericana asegura que calles como la 149 entre las Avenidas Jamaica y Archer Avenue, al frente de dos hoteles que funcionan como refugios, fueron “tomadas” a tal punto que no se puede caminar en algunos horarios.
La queja principal es que se vende comida, sin ninguna licencia, se registran escándalos, consumo de alcohol y todo tipo de drogas, además de altisonantes fiestas callejeras.
Se pudo constatar que hace unos días a plena luz del día, en esa estrecha acera, se freían pollos y chuletas de cerdo en improvisados calderos, funcionaba una barbería al aire libre y decenas de personas vendían comidas en cavas.
“Todo el mundo tiene derecho a buscar una mejor vida aquí. No es egoísmo. No se trata de rechazar a los recién llegados. Yo también soy migrante. Pero honestamente no es justo para quienes nos cuesta mantener un negocio, con las licencias, los impuestos y los recibos de la electricidad”, apuntó la comerciante.
Entre la necesidad y el derecho
Otro residente consultado, el educador puertorriqueño Luis Mejías, residente de la calle 148, asegura que con los cambios de urbanismos, reconstrucción de aceras y mejoras viales, muchos caseros aumentaron la renta bajo la idea que el vecindario estaba mejorando. Pero por el contrario, hoy su pronóstico personal es que si “no hay más orden”, en un tiempo no muy lejano, se convertirá en un “desastre” de ventas callejeras y prostitución como la Avenida Rooselvelt del mismo condado.
“Una cosa es dar oportunidades a la diversidad comercial, a la comida de varias culturas, a dar apoyo a migrantes. Y otra cosa muy diferente es que ante cada necesidad, surja un derecho. En este caso, quien no tiene trabajo, asume que tiene el derecho de ocupar espacios que son para los peatones. Yo presiento que de nada servirán las inversiones, si no hay más orden y educación ciudadana”, aseguró el docente isleño.
Actualmente con el apoyo de la Ciudad y el Concejo Municipal está en marcha una serie de consultas y proyectos, con la disponibilidad de $70 millones, para revitalizar aún más el centro de este vecindario de Queens.
El modelo de refugio hotelero
Precisamente, Jamaica se encuentra en el grupo de vecindarios de los cinco condados, en donde más se han instalado refugios para migrantes, administrados por el Departamento de Servicios para Personas sin Hogar de la Ciudad (DHS).
Con base a datos compartidos por la publicación digital City & State, las localidades que pertenecen a la Junta Comunitaria 1 (CB-1) que incluye Astoria y Long Island City y la Junta Comunitaria 12 (CB-12), que incluye a Jamaica y St Albans, tienen una cantidad “desproporcionada” de shelters.
Cuarenta y cuatro de los 66 refugios de Queens, están en estas dos localidades, que incluyen 24 refugios en el área de Jamaica y 20 en Astoria – Long Island City.
La concejal Nantasha Williams, quien representa al sureste de Queens, reconoce que los delitos contra la calidad de vida, son un punto difícil de ocultar en su distrito, aunque declaró a El Diario que su oficina está activamente en conversaciones con la comisaría 103, el Departamento de Transporte (DOT) y funcionarios de la Administración Adams, para discutir la “transición” del modelo de refugio hotelero para el futuro.
Mejores vías, pero…
Un proyecto de mejora de la seguridad peatonal de la Ciudad y el Estado de Nueva York, de casi $6 millones, se completó a lo largo del corredor Parsons Boulevard en Jamaica, durante el año pasado. En esta vía ubicada entre las avenidas Jamaica y Archer, se amplió el espacio de las aceras del corredor y se crearon nuevas islas peatonales.
El proyecto también es parte del Plan de Acción Jamaica Now, que se inició en 2015 para mejorar el corredor debido a su tráfico peatonal, alrededor de la estación de metro E, J y Z en Parsons Boulevard y la Avenida Archer.
La acera se amplió a 11,000 pies cuadrados, se actualizaron las señales de orientación para ayudar a guiar a los peatones por el área y se agregaron cinco bancos en las aceras.
Además, se mejoraron 10 rampas para peatones en las aceras para que cumplan con la accesibilidad a discapacitados, se reconstruyeron 18,000 pies cuadrados de calzada y se agregaron siete cuencas colectoras para mejorar el drenaje de aguas pluviales.
Aunque en teoría, hay más espacios para los peatones, los comerciantes establecidos aseguran que de manera creciente las ventas ambulantes se multiplican. Y se estima que en este verano, será “incontrolable”.
“Espacios que fueron creados para que la gente caminara, son ocupados por ventas callejeras y motos. Nos tapan el acceso a nuestros negocios. Entendemos que hay mucha gente honesta que necesita ganarse la vida. Muchos recién llegados tienen que sobrevivir. Creo que el centro de Jamaica a este ritmo, está destinado a replicar todo el desastre de la Avenida Rooselvelt, mundialmente famosa, porque todo se permite”, indicó un comerciante dominicano.
Un laberinto sin salida
Fuentes municipales reconocen que la dinámica de los vendedores ambulantes es una ola expansiva en varios vecindarios de la ciudad de Nueva York y que el cumplimiento de las leyes sanitarias es uno de los retos de esta administración. En concreto, el número de sanciones económicas y desalojos de personas de las vías públicas, también ha crecido en este 2024. Por lo menos en un 54%.
En la otra “acera” de esta controversia, el Proyecto de Vendedores Ambulantes denunció que el número de intervenciones policiales y multas del Departamento de Saneamiento de la Ciudad de Nueva York, “ha sido inhumano”. Refieren que han aplicado multas de $1,000, a mujeres que venden envases con frutas que cuestan $5.
“En 1904, la Ciudad de Nueva York emitió más permisos para vendedores ambulantes (7,463) que en 2024. Con más de 20,000 vendedores en las calles y permisos limitados a 6,853, se está criminalizando a los empresarios de clase trabajadora, en su mayoría inmigrantes, que quieren vender legalmente”, indicó esta organización.
Menos balas, más robos
En general, en Jamaica lo que eran “territorios” hace algunos años dominados por balaceras y pandillas, ahora muestra estadísticas diferentes.
Con base al último balance del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York (NYPD) en las localidades que rodean al denominado distrito comercial de Jamaica, las balaceras, los asesinatos y los crímenes graves se han reducido sustancialmente en los últimos dos años. En contraste, han crecido como la espuma, los robos a tiendas y asaltos.
Los hurtos en los comercios se han elevado este año en un 64%, en comparación con el año pasado.Los robos en general se han elevado en un 7.8%. Y los delitos graves de asalto en un 3.2%.
“La ola de robos a tiendas es una tendencia en toda la ciudad, que estamos abordando desde varios ángulos. No hay razones para asociar esta realidad, con la presencia de nuevos migrantes. Ni aquí, ni en otras comisarías”, afirmaron oficiales.