Sociólogo: «Para los jóvenes de hoy la paternidad es una expectativa lejana»

Sociólogo: «Para los jóvenes de hoy la paternidad es una expectativa lejana»

El número de hijos por hogar se ha reducido a 2.2 por familia

De las instituciones tradicionales, la familia es la que más cambios ha experimentado. Y en relación a estos cambios, un aspecto fundamental ha sido el relativo a la paternidad.

El sociólogo Celedonio Jiménez explicó que, en el pasado, los jóvenes buscaban cumplir sus metas estudiantiles y profesionales para contraer matrimonio y tener hijos inmediatamente.

«Hoy, se puede decir, que muchos jóvenes asumen la unión libre, pero no con el objetivo de tener hijos, por lo menos de manera inmediata. Por lo general, la paternidad es una expectativa lejana», afirmó el también miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana.

A su entender, amén de que muchos padres no cumplen con su responsabilidad, muchos jóvenes alejan su compromiso de paternidad.

«Sin quitar méritos a la importancia de los factores económicos, creo que el alejamiento de la paternidad no se da en todos los casos por anteponer los estudios y el trabajo. Hay quienes tienen adecuadas condiciones económicas y han concluido sus estudios y no asumen la paternidad. Creo que en muchos casos pesan más las expectativas de libertad y autonomía, de disfrutar la vida sin compromisos», comentó en entrevista a Diario Libre.

Señaló que la paternidad no ha tenido en República Dominicana un carácter que sintonice satisfactoriamente con lo mejor, con lo esperado, con factores como la desestruturación de la familia, la ausencia del padre en el hogar, la gran cantidad de familia monoparental y con jefas de hogar (se estima que por encima del 35 por ciento), que son una fuerte interpelación de la paternidad y la masculinidad dominicanas.

Por otro lado, en el país hay un porcentaje elevado, el más alto de la región de embarazo adolescente. Jiménez explicó que «muy difícilmente, aunque no imposible, la pareja joven que asume hijos (embarazo adolescente) puede completar sus estudios. Los mismos se involucran en una vorágine que no les hace fácil superarse».

Al preguntarle sobre quién lleva mayor carga en estos casos, aseguró que la madre adolescente lleva sobre sus hombros el mayor peso y limitaciones.

«Ello tiene que ver con las intolerancias que contra el sexo femenino predomina en nuestra sociedad«, agregó.

Un ejemplo de ellos es que, a la hora de recopilar estadísticas sobre embarazo y natalidad, los datos que se toman en cuenta son los de la madre, obviando la mayoría de las veces el aporte del padre.

«El peso de la estadística recae en el caso de la chica, porque en una sociedad patriarcal como la nuestra, un desliz tiene mayor condena en la mujer joven, pues el hombre está concebido para actuar sin los límites que se imponen a la mujer. La cultura que impone límites a un género, y no tanto al género masculino, es parte de la explicación del fenómeno», declaró el sociólogo.

Asimismo, cree que la edad límite para un hombre embarazar a una mujer no debiera ser visto como un problema meramente biológico, en vista de que la capacidad reproductiva femenina empieza a verse afectada luego de los 35 años, mientras el hombre puede procrear toda la vida porque lo esperado es que la producción de semen no cese.

«La edad límite debiera ser visto también como un asunto de correcta viabilización de la paternidad. Pero como nuestra sociedad es una sociedad machista, entonces ver que no hay límite para el hombre embarazar, y no contemplar la cuestión de la responsabilidad paterna, se ha normalizado en nuestra sociedad. Lamentable, la cuestión es que el hombre tenga, o no, potencia sexual», citó como el centro de debate.

Disfrute individual

El maestro de Sociología reconoce que «los jóvenes buscan que se les reconozca como un ente sujeto de derechos. Primordialmente, procuran el ejercicio de una sexualidad libre, marchan tras imponer su ética individual, persiguen la realización de sus expectativas en cuanto a un alto consumo de bienes culturales, como lo son, por ejemplo, los vehículos, celulares, ropas, cosméticos y todo un conjunto de atuendos corporales».

Jiménez enfatizó que «persiguen la libertad para el disfrute individual, procuran llamar la atención, procuran su afirmación personal, por eso el boom de los tatuajes en nuestra cultura de hoy. La paternidad y la reproducción ocupan un lejano peldaño dentro de sus expectativas actuales».

«No debemos dejar de señalar, sin embargo, que el importante número de jóvenes de ambos sexos en nuestras universidades, habla de una significativa proporción de jóvenes con una adecuada visión de futuro», aclaró.

Factor económico

Sobre las necesidades económicas y cobertura de la canasta básica en la actualidad, a diferencia de las familias numerosas con hasta 10 o 15 hijos tan comunes en los tiempos de los abuelos y bisabuelos, Jiménez resaltó que «ciertamente lo económico, el costo de la canasta familiar, el costo de los servicios, de la educación y la salud, ha frenado el número de hijos en el hogar, que en promedio es hoy de 2.2 hijos por hogar o por mujer».

«Aquí ha jugado un papel también, tener una mayor conciencia sobre la educación de los hijos, y no creer que «cada niño viene con su pan debajo del brazo», agregó el meritísimo profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Padre de dos generaciones

Sergio González ha vivido la paternidad desde dos perspectivas: el ser un padre joven y un padre en la etapa madura de su vida.

A sus 55 años años, el profesor de ebanistería se convirtió en padre por tercera vez, una niña que recién cumplió su primer año de edad, 24 menos que los que tiene Rosa, su hermana mayor.

«Yo siempre he sido muy apegado a mis hijos, lo que varía es la situación económica y la experiencia. Cuando se es padre de diferentes generaciones, generalmente no es con la misma madre, porque las mujeres concluyen su ciclo de productividad a muy temprana edad», afirmó el padre de tres.

En tono jocoso, aseguró que su labor procreadora no ha culminado ya que sigue latente el deseo de tener un varón y en caso de encontrar una nueva pareja, lo intentaría sin pensarlo dos veces.

Sobre las diferentes experiencias al ser padre en dos etapas distintas, González, quien se definió como «padre soltero», reconoció que con sus dos primeras hijas debía trabajar arduamente en el taller de muebles y se le hacía más difícil conjugar el rol de padre con el de proveedor de la casa.

«Ahora estoy más liberado de presiones y tengo más experiencia«, dijo sobre el tiempo de calidad que pasa con la más pequeña.

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