Exponentes de dos estilos distantes para interpretar el fútbol, Boca Juniors y Fluminense disputarán este sábado en Rio de Janeiro el título de la Copa Libertadores 2023, en medio de un clima crispado por enfrentamientos entre las hinchadas y múltiples llamados a vivir la final en paz.
El Xeneize disputará su duodécima final de Libertadores y persigue con desespero el séptimo título tras los ganados en 1977, 1978, 2000, 2001, 2003 y 2007, tres de ellos (2000-2001-2007) gracias al exquisito talento de Juan Román Riquelme, máximo ídolo del club azul y oro del barrio bonaerense de La Boca, y del que hoy es su vicepresidente.
De conquistar la séptima, Boca igualará con Independiente de Avellaneda como el máximo ganador del principal torneo de clubes de la Conmebol.
El Flu, uno de los clubes grandes de Rio de Janeiro y de Brasil, nunca ha levantado el trofeo de la Libertadores.
Lo más cerca que estuvo el tricolor carioca del barrio de Laranjeiras fue en 2008, en su primera presencia en una final, cuando perdió en el Maracaná en definición por penales con Liga de Quito.
La final, prevista a las 17:00 locales (20:00 GMT) en el estadio Maracaná (79,000 espectadores), será dirigida por el árbitro colombiano Wilmar Roldán.
El campeón de la Libertadores-2023 disputará en diciembre el Mundial de Clubes de Arabia Saudita y el de Estados Unidos-2025, jugará la final de la Recopa Sudamericana-2024 y arrancará su participación en la Libertadores del próximo año desde la fase de grupos.
RIO DE JANEIRO EN ALERTA MÁXIMA
Pero el clima de fiesta futbolera en la Cidade Maravilhosa, de 6.7 millones de habitantes y la más visitada de Brasil, se rompió en la tarde del jueves cuando cientos de barrabravas de Fluminense atacaron a otro número importante de hinchas boquenses congregados en la turística playa de Copacabana.
Corridas, robos múltiples y una gresca generalizada que incluyó lanzamientos de botellas y todo tipo de objetos contundentes, fue el resultado del enfrentamiento, luego reprimido por la policía militar de la ciudad con gases lacrimógenos, balas de goma y bombas de estruendo.
«Nosotros queremos mucho al pueblo brasilero y queremos que nos quieran a nosotros también. Algunos violentos quieren cambiar esto (…)», dijo el presidente de Boca, Jorge Ameal, en un video difundido por la Conmebol en sus redes sociales y en compañía de su par de Fluminense, Mario Bittencourt.
«Vamos a tener el Maracaná lleno de brasileños, argentinos, hinchas del Fluminense, hinchas de Boca, y es muy importante que establezcamos un clima de paz, un clima que pueda unir a los dos pueblos», sostuvo el máximo dirigente del Flu.
Tras los distintos llamados a la paz y la cordura, una multitud de hinchas de Boca copó un amplio sector de la playa de Copacabana en la tarde del viernes para expresar su apoyo al club con el popular «banderazo», un clásico de los aficionados argentinos al fútbol.
Cerca de 150,000 hinchas xeneizes arribaron a Rio entre el pasado lunes y las primeras horas de este sábado, según un estimativo de las autoridades de Rio de Janeiro, que reforzaron el megaoperativo de seguridad tras los incidentes en Copacabana.
La avalancha boquense generó una ocupación hotelera del 93%, principalmente en los turísticos barrios de Copacabana e Ipanema, destacaron los principales operadores de turismo de la ciudad.
Para evitar altercados, la alcaldía decretó la prohibición de venta y consumo de alcohol en los alrededores del Maracaná entre las 00:00 locales de este sábado (3:00 GMT) y las 6:00 del domingo (9:00 GMT).
El esquema es similar al dispuesto durante la final del Mundial-2014 y la inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de 2016.
Las rigurosas medidas de control dentro y fuera del escenario, contemplan también cierre de varias vías y corredores de circulación exclusivos para los dos hinchadas.
ESTRATEGIA PURA
Porque su rica historia lo avala y suele convertirse en un auténtico depredador cuando juega las instancias decisivas de la Libertadores, Boca Juniors llega con una ligera ventaja sobre Fluminense, que se ampara en un estilo ambicioso y ofensivo que el técnico Fernando Diniz ha impuesto.
«Hemos venido jugando este partido desde hace mucho tiempo. Preparándolo, conversándolo, imaginándolo. Vamos a jugar contra un gran equipo que no cambiará su forma de jugar por estar en la final», dijo el técnico xeneize, Jorge Almirón, en rueda de prensa el viernes en el Maracaná.
Finalista de la Libertadores-2017 dirigiendo al argentino Lanús, Almirón aseguró que «me siento muy orgulloso por la ilusión que hemos generado en la gente. La mayor movilización de hinchas de Boca en la historia. Es un gran responsabilidad y somos conscientes de lo que está en juego».
Ordenado tácticamente y generoso en lo estético, Fluminense destaca en el Brasileirao como el mejor exponente del tradicional ‘jogo bonito’ brasileño, un fútbol ofensivo que le reportó grandes resultados durante el torneo hasta llevarlo a su segunda final histórica de Copa.
«Mañana se verán dos equipos que han conquistado el mérito de estar en la final. Boca tiene todo nuestro respeto por su tradición, por su trabajo en este torneo hasta llegar a la final (…). Estamos centrados en el partido y nos vamos a entregar con mucha inspiración», dijo Diniz a su turno.