Vučević, una figura de poder simbólico elegida por el presidente, dimite después de que este último anunciase planes de remodelar su Gobierno.
El primer ministro serbio, Miloš Vučević, ha dimitido este martes tras meses de protestas desencadenadas por el mortal derrumbe de una marquesina en una estación de Novi Sad, en el que murieron 15 personas.
Los hechos, sin embargo, fueron simplemente la chispa que encendió un descontento generalizado de los serbios por la corrupción gubernamental percibida, causante indirecta del siniestro en la segunda ciudad del país, y por los toques autoritarios del Ejecutivo del presidente vigente, Aleksandar Vučić.
La dimisión de Vučević se ha producido apenas un día después de que el presidente declarase que se estaba preparando «una remodelación urgente del Gobierno» en respuesta a las demandas planteadas por los estudiantes universitarios serbios, que han paralizado las principales carreteras de Belgrado durante las últimas 24 horas. Se trata de la última de una serie de manifestaciones desde el accidente mortal en noviembre.
El primer ministro dice que se ha visto impulsado a dimitir tras recibir informes de ataques contra los estudiantes que protestaban en la capital y en Novi Sad. Los manifestantes han sufrido numerosos atropellos por parte de simpatizantes del Ejecutivo durante las protestas. Vučić, lejos de desalentarlas, organizó su propia concentración de simpatizantes en la ciudad de Jagodina, en el centro rural del país balcánico.
«[El Gobierno] debe mostrar (…) el más alto nivel de responsabilidad», ha expresado Vučević en la comparecencia en la que ha anunciado su dimisión. «Para no aumentar más las tensiones sociales, he tomado la decisión que acabo de anunciar», ha añadido.
Fuentes expertas en relaciones internacionales de los países balcánicos aseguran que la figura del primer ministro, elegido por el presidente, suele ser un alto cargo del partido sin poder de decisión real, por lo que es dudoso que los manifestantes se contenten con la dimisión de Vučević, ya que el poder reside, ‘de facto’, en Vučić.
Varios agricultores serbios montados en sus tractores se unieron a los miles de ciudadanos que bloquearon ayer el principal nodo de transporte terrestre de Belgrado, que comunica el centro con las zonas periféricas de la capital.
Estas manifestaciones, que sumaban su segundo mes consecutivo, han supuesto el mayor desafío en años al Partido Progresista Serbio (SNS), formación populista de derechas -pese a su nombre- y actualmente en el Gobierno. La Unión Europea, interesada en sus reservas de minerales y tierras raras como el litio, pero alarmada ante el acercamiento del SNS de Vučić a la órbita rusa, mantiene hasta ahora una relación compleja con la nación balcánica.
Vučić, en una rueda de prensa conjunta con Vučević y la presidenta del Parlamento, Ana Brnabić, instó ayer lunes al diálogo con los estudiantes. «Cualquier tipo de crisis supone un grave problema para nuestra economía», dijo entonces Vučić. «Una situación así en la sociedad no es buena para nadie».
Se prevee que el alcalde de Novi Sad, Milan Đurić, también dimita este martes. Vučević, natural de Novi Sad, fue también alcalde de la ciudad entre 2012 y 2022.