Rossina Guerrero: De un hogar cultural al servicio público

Rossina Guerrero: De un hogar cultural al servicio público

Por: Javier Fuentes

Desde una temprana edad, Rossina Guerrero-Heredia ha estado inmersa en un entorno donde el arte, la literatura, el pensamiento crítico y la gestión pública convergen.

Hija de Don Bosco Guerrero y Carmen Heredia, dos maestros y profesores de generaciones, su vocación por la cultura no es fortuita, sino genética, fortalecida por interminables charlas familiares y su formación académica que le ha dado la capacidad para desarrollar una mirada profunda y analítica de los procesos sociales y las identidades de los pueblos.

Su trayectoria profesional abarca varias disciplinas; la administración pública,  literatura, innovación tecnológica y liderazgo, otorgándole una perspectiva integral para interpretar los aspectos socioculturales.

Al leer su designación como viceministra de Cultura, nos arropó un sentimiento de satisfacción por estar convencido en lo inmediato de que los dominicanos del exterior tendrán una gestora que conoce cada milímetro de ese sentimiento convertido en nostalgia.

Nostalgia de la Patria doble, aquella que viven los dominicanos en Estados Unidos y otras partes del mundo, quienes llevan un amor indivisible por su país y el peso constante de extrañarlo.

Es una nostalgia acentuada por la falencia y el abandono en el apoyo a cientos de escritores, pintores, poetas, actores, cantantes, músicos y organizaciones comunitarias culturales que han caído en el desafecto sin siquiera conocer la causa.

Conocí a Rossina siendo ambos jóvenes en el laboratorio de la política partidaria, activando por el Dr. José Francisco Peña Gómez. Desde entonces, fue evidente su pasión por la literatura, el teatro, el ballet, la escritura y su vocación de servicio en el ámbito público.

Al conocer todo esto de ella, estoy obligado a tener fe en que el sector cultural tiene en su figura a una persona con una profunda perspectiva crítica y humanista.

Su visión del mundo se refleja en la subjetividad  textual de relatos cortos, artículos y su libro en gestación, “Una vida, mil vidas: Tiempo para morir”, donde proyecta la influencia narrativa latinoamericana y del pensamiento filosófico europeo.

Autores como García Lorca, Julio Cortázar, Alejandro Carpentier, Jorge Luis Borges, García Márquez y Michel Foucault han marcado su forma de interpretar la realidad, dándole una perspectiva social, cultural y académica a su trabajo.

Cultura, innovación y gestión pública

El perfil de Rossina Guerrero no solo se define por su pasión en las artes y las letras, sino también por su capacidad para fusionar la innovación tecnológica con la administración pública.

Su formación en la Universidad de Salamanca y su trabajo en proyectos con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Tecnológico de Monterrey le han brindado herramientas fundamentales para afrontar los desafíos que implica la modernización del Ministerio de Cultura.

Esta combinación de conocimientos le permite comprender la cultura no como un legado estático, sino como un motor dinámico del desarrollo, un eje primordial para la identidad y la cohesión social.

La Cultura es la suma de la historia, las virtudes, los defectos, las ansias, los triunfos y las derrotas de un pueblo, una manifestación concreta de su idiosincrasia.

En un contexto donde la cultura ha sido históricamente relegada dentro de las políticas públicas, su misión es demostrar que el sector cultural es la esencia de un país, pues permite comprender el concepto de Patria.

Las nuevas autoridades tienen ese desafío.

Rossina, como viceministra, deberá trabajar por la descentralización y la coordinación territorial del Ministerio de Cultura, asumiendo la responsabilidad de ser la ayuda idónea para el ministro Roberto Salcedo hijo. Su reto es rescatar los valores identitarios que nos hacen únicos, porque nos parecemos a todos, pero ese todo no se parece a nosotros.

Esa particularidad es motivo del orgullo dominicano.

La viceministra Guerrero y el ministro Salcedo enfrentan el reto de transformar la percepción de la cultura, garantizando que sea accesible a todas las comunidades, especialmente a aquellas menos favorecidas a través del diseño de políticas inclusivas para llevarla a esos lugares recónditos como la frontera.

Además, deben proyectar la riqueza cultural del país hacia el exterior, promoviendo las raíces históricas dominicanas y cada uno de sus atributos en los escenarios internacionales para fortalecer ese vínculo con sus coterráneos y darla a conocer en otros países.

La Cultura no debe limitarse a los territorios nacionales; debe ser un puente que conecte a los dominicanos del exterior con su historia y sus raíces, sin importar dónde se encuentren.

Para lograrlo, es fundamental optimizar los recursos del ministerio y hacer uso de las tecnologías de la información para mejorar la gestión cultural.

Esto implica no solo promover la descentralización, sino garantizar que los fondos destinados al sector sean utilizados con eficiencia y transparencia, respondiendo a una de las grandes críticas a la administración anterior.

Hacia una nueva visión de la cultura

Junto al ministro Roberto Salcedo, Rossina Guerrero debe asumir la tarea de redefinir la gestión cultural en el exterior.

Es momento de demostrar que el Ministerio de Cultura no es solo un aparato burocrático, sino una institución con el potencial de generar un impacto real en la sociedad.

La Cultura es la memoria colectiva de un pueblo, la expresión de su historia, valores y aspiraciones. Su gestión debe estar a la altura de esa responsabilidad.

Conclusión

El nombramiento de Rossina Guerrero representa una oportunidad para transformar la manera en que se concibe y administra la cultura en el país.

Ella tiene la pericia académica, la experiencia en el ámbito público y la pasión por las artes y la literatura. Esa hibridación de conocimientos y vocación la califica para, junto a los nuevos designados, asumir el reto de un enfoque renovador.

La Misión no es acusar ni lamentarse, sino trabajar y demostrar por qué somos nosotros y no los otros.

El primer paso debe ser fortalecer la administración interna del Ministerio de Cultura, promoviendo una descentralización efectiva sin olvidar proyectarla a nivel internacional.

Si logran combinar una visión estratégica con una sensibilidad cultural auténtica, podrán marcar la diferencia en la gestión.

La Cultura no debe ser vista como un gasto, sino como una inversión en la identidad y el desarrollo social para preservar nuestras raíces.

Más aún cuando se ciernen amenazas internas y externas, como denunció  el patricio Juan Pablo Duarte: “El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico…O no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni Independencia Nacional”.

Finalmente, quiero expresar que nada es tan fácil como parece, ni tan difícil como para no intentarlo.

Tienen el potencial para impulsar un cambio significativo en el sector cultural. Su trayectoria demuestra pasión y acción, con una capacidad de integración sin exclusión.

Ahora se le ha presentado el momento histórico de lograr un impacto profundo y duradero en la sociedad.

¡Felicitaciones!

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