La Uniformada tiene pocos registros de los robos a esta fuerza laboral, que a pesar de ser un blanco preferido de delincuentes
Este verano en localidades normalmente “calientes” de la Gran Manzana, como comprueban claramente las cifras oficiales, han descendido las balaceras y todos los delitos graves.
En contraste, aunque menos proyectiles han alcanzado a personas en las calles, todo indica que la acción de los rateros y asaltantes se ha multiplicado, “perforando” la tranquilidad de pequeños comerciantes y transeúntes. Y con mucho ahínco, a los repartidores de comida, quienes de manera cada vez más frecuente, son víctimas de nuevas modalidades de asaltos–estafas.
Ese tipo de acciones delictivas no aparecen en ninguna estadística, porque como razonan algunos afectados: “casi nadie denuncia, porque saben que pierden su tiempo. Y si al delincuente lo agarra la policía, al día siguiente, están en la calle amenazándote, porque de inmediato los sueltan”.
De hecho, en la narrativa de decenas de consultados y gremios de pequeños comerciantes, esta temporada de calor de 2024, será recordada como los días en que los arrebatones protagonizados por bandas de motorizados, “subieron la temperatura”, aunque en las tabulaciones del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York (NYPD) describen que “los robos en general registraron la mayor disminución en julio, con 142 delitos denunciados, menos (1039 frente a 1181). Una caída general del 12%”.
De manera cada vez más frecuente, específicamente en algunos vecindarios de El Bronx, Queens y Brooklyn, los deliveristas que trabajan bajo sistemas, en donde el cliente tiene la opción de pagar en efectivo, al recibir el pedido, deben enfrentar una modalidad de robo, que se ha hecho mucho más frecuente, pero poco denunciado, en las últimas semanas.
El esquema funciona más o menos así: el supuesto cliente da una dirección de un edificio, indica telefónicamente que prefiere esperar la comida o las bebidas en la entrada, porque los intercomunicadores están dañados. Cuando el trabajador de reparto llega con su pedido, alguien lo recibe, incluso en el primer piso del edificio. Y allí llega la desagradable sorpresa. El impostor le dice que no le va a pagar y sale corriendo.
Target: humildes trabajadores
Finalmente, se trata de una patraña, que usa como hilo conductor, una dirección que es cierta, pero la trampa es que los malhechores no viven allí. Lo planifican como una forma de obtener comida y bebidas gratis, devastando los ingresos de humildes trabajadores que son quienes pagan las consecuencias.
“Como a la cinco de la tarde de un viernes, me pidieron dos docenas de cervezas Corona y unos snacks, en un edificio que queda a una cuadra. Mandé al trabajador. Y me llegó con las manos vacías, porque dos muchachos lo esperaron en las escaleras del edificio y le dijeron: Sabes qué, esto es un regalo. Y huyeron en una moto. Ya esto le ha pasado a varios comerciantes que han ‘tumbado’ (robado)”, relató a El Diario, un bodeguero dominicano en la calle 170 y Avenida Grand Concourse de El Bronx.
Aunque no hay una cifra oficial, que pueda poner un número a esta modalidad de estafa y asalto, residentes y comerciantes que rodean la Avenida Grand Councourse y la Avenida Webster de El Bronx, dicen que desde el inicio de este verano, se encendieron las alarmas ante este esquema, que ha afectado principalmente a bodegueros, pizzerías y dueños de restaurantes pequeños. Y en consecuencia, el lado más vulnerable: los deliveristas
Muchos vecinos de El Bronx asocian esta nueva ola de robos-estafas, con la presencia de albergues para inmigrantes.
“Esta es la razón por la cual en el caso de muchos bodegueros, solo estamos atendiendo llamadas de vecinos que ya conocemos. Si el cliente es nuevo, y nos dice que no puede cargar peso, le decimos que venga a pagar primero. Y que el repartidor se los lleva. Los robos de todo tipo se han disparado, dentro y fuera de los negocios. Cada vez se inventan más formas de estafas”, concluyó Francisco Marte de la Asociación de Bodegas y Pequeños Negocios de Nueva York.
Esta modalidad de asalto “a pedido” se une a la calamidad que significa para los pequeños comerciantes, enfrentar la elevada ola de ladrones en sus negocios.
“No se puede pelear”
Ante esta amenaza que se adiciona a la escalada de robos de bicicletas, de arrebatones de pedidos cuando los repartidores están haciendo su trabajo y la cadena de riesgos con el tráfico de la Gran Manzana, los líderes de los ‘Deliveristas Unidos de NYC’ han alertado a sus miembros que bajo ninguna circunstancia, muestren resistencia o se enfrenten a los ladrones.
“Los robos han aumentado demasiado. No solo bajo esquema de estafas telefónicas y asaltos, sino que inclusive dentro del edificio, en los ascensores, le han robado a estos trabajadores. Nuestra recomendación es que nunca se enfrenten, porque podrían estar al frente de gente armada”, indicó Gustavo Ajché, líder de esta organización.
Gustavo expone que cuando algo pasa en las plataformas de pedido digital con un robo, no pierde ni el restaurante, ni la empresa de envío, sino el lado “más flaco”, que es el trabajador. Porque cualquier eventualidad de este tipo, en donde se roben un pedido, se revierte en que el algoritmo de la aplicación, inmediatamente desactiva la cuenta al repartidor.
Esta es la razón por la cual esta fuerza laboral, ya ha identificado “zonas rojas” a las cuales prefieren no ofrecer ningún tipo de servicio, bajo ninguna circunstancia, especialmente en horas nocturnas y en las cercanías de albergues para inmigrantes.
En sectores del centro y bajo Manhattan hay una alta densidad de deliveristas en las esquinas esperando por pedidos, porque el riesgo que ciertas situaciones de este tipo sucedan, es menor. De acuerdo con las tendencias, que manejan estos mismos trabajadores.
Un deliverista mexicano relató que la mayoría de las eventualidades que ha escuchado de robos y asaltos “a pedido”, han sucedido en vecindarios en donde han instalado refugios de inmigrantes.
“Yo antes trabajaba mucho en Long Island City, porque se mueven muchos pedidos, pero en menos de una semana me robaron dos veces. Por eso ahora, muchos restaurantes solo aceptan el pago con tarjeta de crédito, porque es ahora sospechoso, que el cliente quiera pagar en efectivo. Pero si en la vía te roban el pedido, igual es el trabajador quien sufre las consecuencias”, destacó.
“Nadie denuncia”
Por su parte, ‘Manuel’ de la agrupación ‘Diario de los Deliveries Boys’ una plataforma que trata de alertar y cuantificar las incidencias de esta fuerza laboral, relató que en un año le han robado cuatro bicicletas y decenas de pedidos con diversas triquiñuelas.
Lo común, es que quienes perpetran estos robos han sido bandas de jóvenes montados en motocicletas, que no solo les quitan la comida, sino sus celulares y el dinero. Y los dejan, sin forma de seguir trabajando.
“La Ciudad podrá estar celebrando que hay menos tiroteos que antes, pero debería estar preocupada porque hay más robos que nunca, especialmente para nosotros los trabajadores, que ni nos molestamos en denunciar a la policía, porque no pueden hacer nada. Esto es un caos. Esto no estaba sucediendo de esta forma antes. Yo tengo siete años trabajando en este negocio”, indicó el repartidor de origen dominicano.
Un residente de la calle 170, el veterano de guerra puertorriqueño, Santiago Ramírez, quien vive en El Bronx, desde el año 1959, asegura que en general ese vecindario está más en “paz”, si se compara con la época de la guerra de pandillas, drogas y balaceras. Aunque sí ha escuchado últimamente que hay muchas más quejas por la actuación “día y noche de rateritos”.
“Esto era muy caliente antes, con crímenes violentos y tiroteos a cada rato. Ahora los ‘problemitas son otros’, comentó Santiago.
Los “problemitas” a los cuales se refiere el isleño, no parecen tener un reflejo claro en las estadísticas de la Comisaría 44 del condado de la Salsa, en donde por el contrario los números de CompStat, muestran una disminución del 38.9% de los robos a comercios y una reducción del 0.9% de robos en general, si se contrasta con el año pasado.
NYPD: Deben denunciar
El sargento Edwin Sánchez, portavoz de la Uniformada, comentó que si no se generan denuncias formales a las comisarias policiales, es como si estos delitos no existieran. Y, en consecuencia, no se podría perseguir a los delincuentes.
“Es importante, que aunque sea algo menor, sea reportado. Nuestras comunidades deben tener la confianza que tarde o temprano, cualquier tipo de criminal terminará cayendo en nuestras manos. Tenemos métodos tecnológicos muy sofisticados para rastrear a los ladrones. Nosotros siempre hacemos nuestra parte. Una denuncia se investiga, así sea un robo menor. Es la única forma de detectar y perseguir a este tipo de bandas“, concluyó Sánchez.
En los cinco condados el pasado mes de julio, la categoría de robos denunciados, mostró la mayor disminución en lo que va de año, con 58 incidentes menos. El delito de asalto registró 85 incidentes menos (2,671 frente a 2,756), una disminución del 3.1% y el hurto mayor disminuyó en 81 delitos (4,280 frente a 4,361), una reducción del 1.9%. Por lo menos, eso reflejan las estadísticas de denuncias.
NYPD persigue a motorizados ilegales:
- 18,430 motocicletas ilegales confiscó NYPD en 2023, la cifra más alta en la historia de la ciudad, lo que representa un aumento del 128 por ciento con respecto a 2022.
- 13,000 vehículos de dos ruedas ha decomisado la Uniformada en 2024, lo que eleva el número total a casi 42,000 desde que la administración de Adams asumió el cargo.
- 42,000 representa la mayor cantidad de incautaciones ciclomotores ilegales y scooters en un lapso de 30 meses en la historia de la ciudad de Nueva York.