El incremento imparable de esta condición ha motivado numerosas investigaciones científicas
El aumento de casos de niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una realidad que no solo preocupa a los científicos y psicólogos, sino también a los padres, quienes, por más informados que estén sobre el tema, nunca están preparados para escuchar que su hijo tiene esta condición. La gran pregunta es ¿por qué hay cada vez más casos?
«El TEA es una de las condiciones del neurodesarrollo más incidentes en nuestra sociedad contemporánea», explica el doctor Edison Rodríguez, psiquiatra infanto-juvenil de @lotuscentrointegral. «Desde su descripción inicial en la década de los 60 y su eventual separación del concepto de esquizofrenia infantil, el diagnóstico ha evolucionado en todos los aspectos».
Según el especialista en trastornos del neurodesarrollo, en las últimas dos décadas la condición ha ganado particular relevancia debido al incremento progresivo y sostenido de su prevalencia en la población general.
Los Centros de Control de Enfermedades en Estados Unidos indican que en el año 2000 un promedio de 6.7 de cada 1,000 niños fue diagnosticado con TEA. En el año 2020, esa cifra aumentó a 27.6 de cada 1000.
El incremento imparable de esta condición ha motivado numerosas investigaciones científicas. Como resultado se han obtenido grandes hallazgos e hipótesis explicativas. Resalta la importancia de la multicausalidad y el aporte de diferentes modelos de riesgo genético expuestos por M. Giggiano, F. Ceroni y otras colaboradoras en un articulo publicado el pasado 22 de marzo en la revista especializada Nature.
Estos modelos de riesgo se solapan entre sí e incluyen variaciones poligénicas comunes, mutaciones heredades y mutaciones «de novo» o de origen espontáneo. Sin embargo, los avances en la genética y heredabilidad del TEA solo justifican una porción del incremento en el diagnóstico.
En el artículo publicado en 2011 de K. Weintraub, titulado «el rompecabezas de la prevalencia», se exploran otras causas de este fenómeno. El escrito establece que aproximadamente el 25 % de estos «nuevos» casos corresponde a personas que previamente hubieran sido tipificadas como portadores de una discapacidad mental (antiguo retraso o retardo mental).
El 10 % se le atribuye al envejecimiento de la población y la decisión de tener hijos más tarde en la vida, lo cual está comprobado que conlleva un mayor riesgo de la aparición de cromosomopatías (como el síndrome de Down) y otras condiciones del neurodesarrollo.
En la actualidad también se reconocen múltiples factores de riesgo, algunos de ellos modificables. El principal factor para padecer de TEA es el antecedente familiar de primer orden (un familiar inmediato con dicho diagnóstico).
Existen, además, otros factores como la obesidad, la diabetes o la hipertensión materna durante el embarazo, así como infecciones virales, bajo peso al nacer y la prematuridad extrema.
¿Hay manera de evitar que un niño nazca con este trastorno? En definitiva, no hay forma de prevenir el trastorno del espectro autista, aunque sí hay medidas que se pueden tomar reducir la posibilidad.
«La salud de las mujeres en edad reproductiva, su educación reproductiva y la salud materno infantil prenatal y perinatal son clave si queremos evitar que esta condición siga ganando más terreno en la vida de las familias dominicanas», concluye Rodríguez.