Sería imposible en este momento, lograr ponderar claramente los aportes de los artistas latinoamericanos a la movida del arte, en todas sus manifestaciones en la Gran Manzana, en donde pareciera que en cada esquina hay un creador plantando banderas con sus colores y representaciones de la realidad.
Los hispanos están presentes en las paredes de las calles, en los murales, en pequeñas vitrinas y renombrados “templos” del arte, pero también en el “cielo”, como lo muestra el escultor, pintor y grabador dominicano, Moisés Ros quien altamente influenciado por su contacto directo con la cultura caribeña y la cultura callejera de Nueva York, comparte actualmente una serie de 73 móviles de criaturas imaginarias, en un centro que no está en la lista de las grandes galerías de la Gran Manzana, pero ocupa un sitio muy especial, para centenares de familias del Alto Manhattan.
“Participo con móviles la alegría de la vida, son figuras que son ángeles que tiene cabeza de humanos con cuerpo de animales que representan el trabajo. Y para mí, en lo personal, del trabajo viene la libertad, que son las alas. Lo hago para levantar el espíritu de los niños y la familia”, contó.
Ros define que sus figuras construidas con colores vivos, tienen vida propia.
“Mi obra viene a celebrar el espíritu trabajador de la cultura hispana. Mi idea es que cuando vengan se puedan sentir bien. Como está el mundo, necesitamos una visión positiva del futuro a través del arte. Mis móviles son un tributo a la hispanidad. A esos miles de trabajadores que no se les ve el rostro y están contribuyendo esta sociedad. Este museo es un oasis en este vecindario”, contó.
El oasis al cual hace referencia el artista y arquitecto quisqueyano, es el Museo de Arte y Narración Infantil Sugar Hill, ubicado en el vecindario Sugar Hill del Alto Manhattan.
El edificio, que también incluye una escuela preescolar y viviendas asequibles bajo los auspicios de Broadway Housing Communities, se conoce como Sugar Hill Development y está ubicado en la calle 155 y la Avenida St. Nicholas.
Allí los visitantes pueden conocer artistas en plena actividad creativa, jugar en estudios de arte, ver importantes obras de arte históricas y contemporáneas, además escuchar historias contadas de muchas formas.
Una hispana “residente” del arte
La infinita escena del arte de la ciudad de Nueva York, tiene de manera creciente el sello de la fuerza hispana. Y esa presencia, abraza lo contemporáneo, las nuevas expresiones pictóricas y la conexión con lo que pasa en todo el movimiento artístico mundial.
“En el caso de las mujeres artistas, tenemos espacios y oportunidades que hace 10 años ni siquiera lo soñábamos en Nueva York. Estamos aquí, representando todas las identidades latinas. Independientemente de que tenemos una visión milenaria, ya nuestras artistas han traspasado esos límites de solo expresar lo folklórico. Y estamos haciendo grandes aportes a las galerías”, asegura Cecilia Jurado Chueca, artista residente del Museo Sugar Hill.
Cecilia, quien nació en Perú y ha estado viviendo en la Gran Manzana en los últimos 20 años, fue la curadora junto con el cubano Omar López-Chahoud, de una exhibición que se presenta actualmente en este espacio artístico.
La muestra llamada ‘Historias no contadas’, presenta a seis mujeres artistas que exponen sus historias, desde diferentes perspectivas culturales.
La “voz” hispana en esta colectiva es la pintora y escultora chilena Manuela Viera-Gallo, quien a través de un mural, muestra una serie de máscaras que representan la forma en que nos transformamos y estamos en constante diálogo.
Además, Viera-Gallo está presente en esta exposición, con una interesante escultura de un lobo con una máscara de borrego, que como interpretan los curadores, tiene un simbolismo muy poderoso de cómo las cosas son siempre muy distintas a como aparentan.
Esta exposición es apenas un ejemplo mínimo de cómo el movimiento del arte pictórico en la Gran Manzana tiene una representación del talento y la sensibilidad latinoamericana.
“No pongan pausas ni límites”
Cuando en los años 60, Nueva York se convirtió en nuevo centro de arte internacional experimental en detrimento de París, la presencia del arte latino empezó a crecer casi de inmediato.
Desde el MoMa hasta el Guggenheim y centenares de galerías, ferias, exhibiciones especiales durante todo el año, siempre tienen una firma hispana en sus exposiciones.
Por ello, la artista y curadora Jurado Chueca, residente actualmente en el Museo Sugar Hill, pondera que Nueva York es “una ciudad generosa”.
Esta creadora invita a sus pares, a que independientemente de que la realidad les imponga otras actividades para sobrevivir, nunca dejen de creer en sus creaciones.
“Ya se terminó en el caso de las mujeres hispanas, esa visión de que era imposible alcanzar espacios en las galerías . Yo como artista sé que muchos han empezado con una hora de trabajo diario, incluso en tu propia habitación, y así han gestado a fuego lento una carrera en el arte. Lo importante es que nunca ponga una pausa a sus procesos creativos”, concluyó.