Pero nuevos datos compartidos esta semana, ponen sobre la mesa, que todos los presupuestos calculados hasta ahora, para siquiera rectificar algunas fallas estructurales, fueron devorados por la inflación de los últimos meses.
En 2018, CBC estimó que para 2023, basándose en la tasa histórica de deterioro, el cinco por ciento de las unidades estarían muy cerca a ese punto, en el que costaría más repararlas, que construirlas nuevas.
Ahora, este año con el aumento de los costos, más de un 33% está cerca del límite en el que construir algo nuevo, cuesta mucho menos que reparar, unidades prácticamente destruidas.
Un aumento de seis veces, con respecto a 2017.
Costoso y lento
La conclusión demoledora de Sean Campion, director de CBC, en un testimonio compartido ante la Comisión de Vivienda Pública del Concejo Municipal, dejó claro que “una inflación superior a la esperada, aumentó las necesidades de veinte años, en 27,800 millones de dólares”.
Esto quiere decir, en palabras simples, que se hará mucho más complicado, costoso y lento, rehabilitar y descarbonizar edificios, electrificar los sistemas de calefacción y agua caliente, en lugar de reemplazar los sistemas antiguos de gas o vapor.
Si se compara con el alza de precios en general, que no se ha detenido y tuvo sus picos máximos en 2021 y 2022, las “necesidades no atendidas”, crecieron a una tasa anual promedio, del 10 por ciento.
Aunque el escenario luce desolador para la vivienda pública de la Gran Manzana, los defensores de las coaliciones que defienden los derechos de los inquilinos, valoran que NYCHA este año avanzó en una radiografía muy clara, que captura en detalle, todas las necesidades de estas unidades residenciales para planes de rehabilitación y planificación.
Se trata del Programa de Evaluación de Necesidades Físicas (PNA) que ofrece un conjunto de datos para apoyar y justificar inversiones de emergencia, a corto y mediano plazo, un reporte que no se realizaba desde hace cinco años.
Allí de manera detallada se expone que el costo estimado para reparar las deterioradas viviendas públicas de la ciudad de Nueva York ha aumentado considerablemente a $78,3 mil millones de una estimación anterior de $45.3 mil millones.
Esta evaluación atribuye la mayor parte del aumento, a los crecientes costos de construcción.
En este sentido, la agencia de vivienda pública más grande del país, está luchando actualmente por revertir su fracaso de larga data, para mantenerse al día con el estado de deterioro de sus departamentos.
Aunque no se inspeccionaron físicamente el 100% de las instalaciones de NYCHA, una muestra de 30 desarrollos, permite proyectar lo que están padeciendo miles de neoyorquinos que viven en estas unidades.
Hasta el agua potable
Portavoces de la Sociedad de Ayuda Legal y la Sociedad de Servicio Comunitario (CSS) también acudieron a dar sus testimonios al Concejo Municipal esta semana, sobre su visión sobre el decadente estado de las unidades residenciales, en donde vive el 4% de los neoyorquinos.
“Descubrimos que en 2022, casi la mitad de los residentes de NYCHA dicen que las fugas y el moho son un problema grave en sus hogares. Más de la mitad dice que las puertas que funcionan correctamente son una preocupación grave“, expuso Iziah Thompson.
También se dejó claro que para el 30% de los residentes de NYCHA el acceso al agua potable era un “problema grave”.
A Thompson le preocupa que la “naturaleza alarmista” del anuncio de $78 mil millones, la inflación y la astronómica inversión que requiere “levantar” a algunos edificios envíe un mensaje a nivel federal, estatal y municipal, de que “no vale la pena salvar las viviendas públicas de NYCHA porque las necesidades insatisfechas son simplemente demasiado grandes”.
Y, finalmente este mensaje, podría dar crédito a la idea de que la demolición de viviendas públicas es la única opción para el futuro de estas unidades.