Sonia Lizcano es venezolana de nacimiento, es neoyorquina desde que llegó a la Gran Manzana hace nueves meses en uno de los autobuses de Texas, es mamá desde que nació su pequeña hijita de casi dos años, y es vendedora ambulante, según sus propias palabras, porque “es la única manera que ha encontrado para ganarse la vida y rebuscarse”. La trabajadora informal de 23 años, se ha vuelto una cara común en calles de la Avenida Roosevelt y hasta en restaurantes a los que entra a vender dulces y chocolates, cargando a su hijita a la espalda, al igual que en las plataformas del metro, de donde asegura la sacan casi que a diario policías que la ven ofreciendo sus golosinas.
Y si en zonas de espera del tren y en los vagones cada vez se ha vuelto más común ver a vendedores ambulantes, mayormente mujeres migrantes, y a comerciantes con puestitos de frutas y churros, afuera, en vecindarios como Jackson Heights y Corona, en Queens, el Alto Manhattan, Union Square y partes de Brooklyn como Sunset Park, vendedores de comida se han ido tomando aceras para hacer algo de dinero con su negocio informal y hasta han instalado toldos con mesas y sillas, como las ventas de arepas y empanadas que hoy se ven en calles neoyorquinas.
“Prefiero ser ambulante y ganarme la vida de manera honesta en vez de estar robando o pidiendo que me regalen algo. Es duro, y aunque siempre hay que estar echando ojo porque la policía nos quita, por ahora no tengo otra manera de hacer dinero”, comenta el ecuatoriano Leopoldo Cardenas, quien vende comida casera en una esquina de la Avenida Roosevelt.
Y mientras los ambulantes defienden su labor, vecinos y dueños de pequeños negocios no los ven con tan buenos ojos, afirmando que la proliferación de comerciantes informales ha desatado una tormenta, donde incluso caminar, se ha vuelto todo un reto en ciertas calles, donde se observa mayor desorden y hasta aumento de basura.
“Esto ya no parece Nueva York. Esto parece una feria o un bazar de esos que hay en los barrios de nuestros países, y aunque no tengo nada contra la gente que recién está llegando, tampoco quiero ver que mi barrio se convierta en un sitio por el que ni puedo caminar y por el que incluso en la noche me da miedo pasar”, asegura la colombiana Fanny Sanmiguel, quien vive en la calle 80 en Jackson Heights hace 25 años. “La Roosevelt siempre ha sido un desorden, pero es que ahora esto se volvió un caos y siento que el Alcalde no hace nada para poner orden. Los que apenas llegan no pueden venir a imponer su ley y llenar las aceras para vender sus cosas y la Ciudad tiene que buscar espacios para que ellos pueden ganarse la vida pero no en las calles”.
Ha sido tal la molestia con el aumento de vendedores ambulantes en los últimos meses, que incluso en vecindarios de la ciudad ya han empezado a organizarse reuniones para exigir acciones a las autoridades, como pasó el lunes pasado en Corona.
Allí, propietarios de restaurantes, tiendas y negocios, se juntaron con miembros de la comunidad para abordar las preocupaciones que tienen con el aumento de la venta ambulante que aseguran, “se ha apoderado” de su vecindario.
“El bienestar y la seguridad de los residentes están en juego, ya que las empresas experimentan una disminución de la clientela, las organizaciones sienten la urgencia de una solución y los problemas de salud relacionados con las preocupaciones extremas de sanidad”, aseguraron los voceros del encuentro en un comunicado, donde insistieron en la urgencia de soluciones eficientes.
Residentes del área como Massiel Lugo, quien afimó incluso sentir temor por asuntos de seguridad en su barrio, mencionó que está promoviendo una campaña para llenar una petición con cientos de vecinos para que la Ciudad los oiga y meta la mano para promover calles limpias y seguras.
“Tenemos que demostrar que nuestras voces también importan porque siento que solo se ha escuchado a los vendedores, pero tenemos residentes que han estado aquí durante décadas y tenemos negocios que también han estado perdiendo ventas”, aseguró la madre de familia, quien criticó que en días pasados funcionarios electos como la congresista Alexandria Ocasio Cortez y el presidente del condado de Queens, Donovan Richards, promovieron una manifestación denunciando el levantamiento de vendedores ambulantes, para quienes exigieron más permisos de venta.
Yarin Nadel, quien tiene varios puntos de accesorios de teléfonos, aseguró que no se trata de un ataque a los ambulantes sino de un asunto de justicia, pues mencionó que vendedores han colocado puestos cerca de sus tiendas vendiendo artículos similares a los que él comercializa, a menor precio debido a que no tienen que pagar impuestos ni renta, lo que está llevando a que su negocio y otros de la zona estén afectándose severamente.
“Nosotros estamos dando apoyo a familias, nosotros pagamos impuestos y estamos haciendo las cosas bien, pero muchos dueños de negocios y los residentes aquí tienen miedo de salir y expresar realmente cómo se sienten, por miedo”, comentó en empresario.
Y al cuestionar a las autoridades municipales sobre los reclamos de los vecinos y negocios neoyorquinos sobre el impacto que el aumento de vendedores ambulantes está causando y la manera como están abordando la situación, la Administración Municipal no reveló exactamente cuál es el plan de acción que implementarán, pero dos agencias locales insistieron en pedir a los ambulantes que sigan las normas establecidas.
Madres solteras vendiendo dulces en los trenes de NYC. Foto: Edwin Martinez
“Les recordamos a todos los vendedores sus responsabilidades legales de no dejar basura ni mercadería, y alentamos a los vendedores a visitar el sitio web nyc.gov/vendingenforcement para obtener consejos educativos sobre el cumplimiento de las ventas, que están disponibles en doce idiomas, incluidos inglés y español”, aseguró Vincent Gragnani, vocero del Departamento de Sanidad de la Ciudad de Nueva York, quien mencionó que están realizando acciones de aplicación de la ley limitadas.
“Como parte del compromiso de la Administración Adams con la salud, la seguridad, la accesibilidad y la limpieza de nuestras calles, el Departamento de Saneamiento realizó inspecciones de las máquinas expendedoras y la aplicación limitada en Corona Plaza el 26 y 27 de julio. Este es un lugar donde las visitas recientes mostraron problemas de limpieza y acceso peatonal”, dijo el funcionario. “La Policía sanitaria retiró cinco puestos de venta que estaban abandonados, todos los cuales tienen vales y pueden ser reclamados por sus dueños, y emitió una citación a un vendedor por obstruir la acera”.
El Departamento de Transporte de la Ciudad (DOT), que también trabaja para garantizar que los espacios públicos se usen de acuerdo a las leyes, manifestó que ese organismo promueve el Programa de equidad en el espacio público para ampliar la capacidad de mantenimiento y mejorar la limpieza en zonas como Corona y reveló que están trabajando en una operación de concesión de mercado al aire libre a largo plazo en Corona.
“Puede servir mejor a los diversos usos del espacio y mejorar la experiencia de todos los que viven, trabajan o visitan el área”, dijo Vincent Barone, vocero del DOT.
Pero desde la otra orilla, defensores de los vendedores ambulantes, quienes siguen clamando a gritos que se formalice su labor, y no solo se incrementen los permisos de venta sino que se promulguen acciones que permitan que trabajen apoyados por la ley, piden a la Administración Municipal que busque soluciones y no meros castigos.
Así lo defiende Carina Kaufman-Gutiérrez, sudirectora del Proyecto Street Vendor, que aboga por los comerciantes informales, y quien advirtió que a la fuerza laboral independiente se han sumado miles de migrantes recién llegados que ven en la venta ambulante una manera para poder sobrevivir en la Gran Manzana.
Nuevos negocios de venta ambulante de comida llenan aceras de la Avenida Roosevelt. Edwin Martinez
“La venta ambulante ha sido parte de la ciudad de Nueva York desde la década de 1800, brindando oportunidades a las familias inmigrantes de bajos ingresos para iniciar un negocio. Muchos nuevos neoyorquinos están utilizando sus habilidades para apoyar a sus familias mientras intentan navegar por nuestro sistema roto para obtener permisos de vendedores ambulantes”, aseguró la vocera de Street Vendro Project, destacando que los vendedores ambulantes se les pide laboral con sus licencias y permisos cuando las propias entidades municipales tienen extremadamente limitada la consesión adecuada de avales, dejando a una amplia mayoría de comerciantes con la única opción de vender sus productos sin autorización.
“Esencialmente, no existe forma de que cualquiera que desee iniciar un negocio de venta ambulante obtenga un permiso para operar legalmente, lo que obliga a los posibles empresarios a operar en la economía sumergida”, dijo la activista “Nuestra Ciudad debe abordar los problemas de raíz para que los vendedores puedan abrir negocios, abriendo el acceso a los permisos de vendedores ambulantes, y garantizando que una agencia de la Ciudad esté a cargo de la divulgación y la educación de los vendedores. Hacer cumplir un sistema injusto no conduce al progreso”.