El USS Kentucky zarpó este viernes desde el puerto de Busan, a unos 320 kilómetros al sudeste de Seúl y al que había llegado el pasado martes, según informó la agencia surcoreana Yonhap. La del USS Kentucky ha sido la primera visita a Corea del Sur de un submarino de propulsión atómica con capacidad para portar misiles balísticos nucleares (SSBN) desde los años ochenta, y ha tenido lugar en el contexto de nuevas tensiones en la península coreana y de cooperación militar reforzada entre Washintgon y Seúl.
En la declaración que en abril firmaron los presidentes de EE.UU. y Corea del Sur, Joe Biden y Yoon Suk-yeol, Washington se comprometió a reforzar la llamada «disuasión extendida» a través de la cual protege a su aliado y busca desalentar a Pionyang de seguir adelante con el desarrollo de armas de destrucción masiva.
Entre los elementos llamados a reforzar la «disuasión extendida» se incluyó la creación del Consejo de Consulta Nuclear, mecanismo para coordinar respuestas estadounidenses a posibles ataques de Corea del Norte, incluyendo la opción nuclear.
Seúl defendió este mismo viernes la visita del submarino como «una respuesta legítima» ante las pruebas de armas norcoreanas y tras las protestas expresadas por Pionyang con ese motivo, a través de un comunicado de su Ministerio de Defensa.
Régimen norcoreano probó un Hwasong-18, su misil balístico intercontinental (ICBM) más sofisticado
El régimen norcoreano afirmó en la víspera que la llegada del USS Kentucky suponía «una amenaza nuclear directa», y acusó a Seúl y a Washington de haber debatido «planes para usar armas nucleares» contra Pionyang en la reunión del Consejo de Consulta Nuclear celebrada el pasado miércoles.
Pionyang ya advirtió la semana pasada que la presencia del submarino aumentaría las tensiones regionales, y respondió a la llegada de este activo militar a Corea del Sur con el lanzamiento de dos misiles balísticos de corto alcance al mar de Japón (llamado mar del Este en las dos Coreas) el pasado miércoles.
La semana pasada el régimen norcoreano también probó por segunda vez un Hwasong-18, su misil balístico intercontinental (ICBM) más sofisticado.
Tras el fracaso de las negociaciones sobre desnuclearización de 2019, la tensión ha vuelto a dispararse en la península coreana, con Pionyang rechazando cualquier oferta de diálogo y realizando un número récord de pruebas de misiles, y Seúl y Washington retomando sus grandes maniobras conjuntas y desplegando periódicamente activos estratégicos estadounidenses en la región.