«Es un maniaco total», aseguraban los comentaristas de la web de póker que retransmitía las Series Mundiales de Las Vegas (WSOP), este año lejos de la cadena deportiva ESPN. El gallego Juan Maceiras, también conocido como LocoBoy, fue durante dos días críticos el dominador absoluto del torneo principal del evento. El récord histórico de participantes, más de 10.000 solo en el Main Event, permitía entregar al ganador 12,1 millones de dólares, cuatro veces más de lo que logró Carlos Alcaraz por conquistar Wimbledon.
«Yo no considero que me esté volviendo muy loco. La gente me llama maniaco, pero solo hago los faroles cuando creo que toca», declaraba Maceiras, quien ha vuelto al póker por todo lo alto, después de unos años de paréntesis. El español pertenece a una de las familias más unidas al naipe que se conocen. Su hermana María, también jugadora, ganó dos veces el Campeonato de España hace década y media. Locoboy acariciaba el triunfo cuando, a falta de 12 jugadores, tenía en su poder casi la cuarta parte de las fichas, pero tuvo un final de torneo aciago y sólo pudo ser octavo, con un premio de 1.125.000 dólares.
En realidad, la verdadera estrella de la familia siempre fue el padre, Juan Maceiras Barros, en su día el médico más joven de España, elegido y reelegido alcalde de Miño. En los años de explosión del póker por internet se hizo famoso bajo el sobrenombre de Vietcong01, con un juego poco académico y la ayuda de lo que él bautizó como el sentidiño.
MESA FINAL
Su hijo Juan, cansado pero feliz cuando todavía era líder, presumía de su padre en uno de los descansos: «Hizo algo que nadie había hecho antes, llevarse todos los grandes torneos online, incluido el Sunday Million, que ganó dos veces». Sentado a su izquierda, otro español, José Aguilera, luchaba por entrar también en la gran final del torneo. Logró acabar entre los diez elegidos que se reunieron por fin en la misma mesa, supervivientes entre los 10.043 participantes de un torneo que empezó el pasado 3 de julio.
La mala suerte dejó a Aguilera fuera de la mesa final a nueve, la oficial, en la que se repartió cerca de un tercio de los 93 millones de la bolsa total de premios del Main Event. El español se quedó corto de fichas después de un triple encontronazo (sus damas contra los reyes y las jotas de otros dos jugadores), en el que ganó quien llevaba las peores cartas, casualmente Daniel Weinman, quien acabó ganando el torneo. Cosas del azar. El estadounidense, un profesional cansado del póker, pasó de la eliminación a la gloria. Aguilera se tuvo que contentar con el décimo puesto.
En esa mezcla diabólica de habilidad y suerte que es el póker, Maceiras demostró que no todo es casualidad y estuvo al menos dos jornadas enteras atizando a los desgraciados que ocupaban su mesa. A medida que caían los jugadores, los saltos de premios en el hotel Horseshoe eran cada vez más escandalosos. El jugador número 12, Cong Pham, se llevó a casa 535.000 dólares. Aguilera consiguió 700.000 y el noveno clasificado logró 900.000. Maceiras fue el primer millonario, en una dinámica en la que cada eliminación es dramática. Como dijo uno de los participantes, aquello parecía ‘Los juegos del hambre’.
GRADUADO EN TECNOLOGÍA
Weinman admitió tras su victoria que había tenido «muchísima suerte», pero también que se sintió el mejor jugador de los tres últimos, todos ellos estadounidenses, después de eliminar a los otros seis europeos que alcanzaron la mesa final. El ganador decidió darle una oportunidad al póker después de graduarse en el Instituto de Tecnología de Georgia, su ciudad natal. «Cuando llegó el boom, tuve el presentimiento de que jugaría al póker y lo intentaría durante unos años. Y aquí estamos, 16 años después… Uno siente que tal vez ha llegado mi hora»
Daniel confiesa que después de 16 años en los que solo entró una vez en premios en el torneo principal, aunque sí ganó otro brazalete menor, empezaba a estar cansado del naipe. Estuvo a punto de no inscribirse en el torneo de su vida, pero su novia Sarah le animó a gastar una bala más: «Estaba quemado y no me gustaba la estructura del torneo, demasiado buena». Cuando ganó el premio de récord, rompió a llorar emocionado.
Weinman tuvo que responder la pregunta clásica sobre lo que hará con el dinero: «No tengo ni idea», dijo. «Probablemente lo invierta. Probablemente no sea la mejor respuesta que todo el mundo quiere oír, pero soy bastante prudente con el dinero fuera de la mesa, aunque me gusta mucho apostar».
Pese al final amargo, no se recuerdan unas Series Mundiales de Póker (WSOP) con tanto protagonismo español. Carlos Mortensen ganó el torneo principal en 2001 y luego solo hemos tenido dos finalistas en la gran prueba de Las Vegas (Larrabe y Pons). A cambio, se han ganado hasta 16 brazaletes, uno menos de los que tiene el gran dominador de las Series, el americano Phil Helmut, un jugador discutido que sin embargo domina la clasificación histórica de una manera apabullante. Este año logró un título más, que celebró por todo lo alto con el estilo chillón que lo caracteriza.
La progresión española es indiscutible. El año pasado, Leo Margets y Adrián Mateos lograron los últimos dos brazaletes. Este año, el alicantino Samuel Bernabéu se impuso en el torneo número 79, con un premio de 682.000 dólares. En ese mismo evento, también de Texas Holdem sin límite, Ramón Fernández fue séptimo y se llevó a casa más de 100.000 billetes de los grandes. Sin límite quiere decir que se pueden apostar todas las fichas en cualquier mano. Lo de poner encima de la mesa las escrituras de la casa, las llaves del coche e incluso a algún familiar cercano queda para las películas.
Mejor aún para los nuestros fue el torneo número 57, en la complicada modalidad de Pot Limit Omaha, donde los jugadores reciben cuatro cartas de mano en lugar de dos. El cántabro Ka Kwan Lau (Kaju para los amigos) logró la victoria en un mano a mano final contra su compatriota Sergio Martínez. El primero ganó 2,3 millones, y el segundo, 1,4.
LA ÚLTIMA MUJER EN PIE
En la lista de españoles que se volverán de Las Vegas con la cartera llena podemos incluir a la francesa Estelle Cohuet, que vive desde hace tres décadas en Palma de Mallorca y logró el título de Last Woman Standing, la última mujer en pie en el torneo principal de las WSOP. Acabó en la posición 68 y logró 130.000 dólares de recompensa.
Otros 24 españoles también lograron entrar en premios en la competición. Entre ellos destaca otra jugadora, Lucía Navarro, que logró un título, pero fuera de las WSOP. En su primer día en Las Vegas, recién aterrizada, se animó a calentar en el hotel Aria, donde superó a más de 500 jugadores.
La española confirma a EL MUNDO la fiebre por el naipe que se vive en la ciudad: «Todos los torneos de todos los casinos están siempre llenos y con listas de espera multitudinarias. Parece que ha habido otro pequeño boom del póker», asegura. Ese resurgir se explica en parte por su situación económica: «Se nota que aquí están más boyantes. Además, hay mucha tradición de póker y por lo tanto hay mucho más jugador recreacional que en Europa». Eso hace que para los profesionales el camino a las mesas finales sea a veces algo menos empinado.
Nuestro país, por cierto, también ganó un título más honorífico que otra cosa, el Mundial de Fútbol de Las Vegas, que se jugó bajo techo, con Maceiras de nuevo como estrella. No en vano, el gallego se formó en una universidad estadounidense gracias a una beca otorgada por sus habilidades con el balón.